Un viaje de proporciones celtibéricas - Viajes Indebiders
Hasta la fecha no habían sido demasiados los partidos que Unionistas había jugado por Celtiberia. Aquellos enfrentamientos por la provincia de Soria o Tarazona, todos hace varias temporadas salvo el último acercamiento turiasonense. El resto de la temporada 23-24 había deparado largas travesías hasta el horizonte mediterráneo por tierra o aire, pero esta vez el viaje consistía en internarse y dejarse empapar de recio iberismo, en la medida en que los parajes interiores de la piel de toro puedan mojar. Dejar las autovías y sus áreas de servicio y abrir los sentidos. Anchos y despoblados paisajes alcarreños, imponentes torres molinesas, severos páramos ibéricos y pequeños pueblos, todos con alma, salpicados de recuerdos y ambiciones de lo que alguna vez fue o quiso ser.
Teruel nos recibía entre huertas y choperas, donde el río Guadalaviar se hace Turia. Amplios contrastes entre sus barrios nuevos y su centro histórico, ambos barranco arriba de unos arrabales profundos que han padecido más que disfrutado de la Historia.
Pero si algo iba a envolvernos definitivamente era la acogida de los turolenses. Cada pocos metros gentes que preguntaban por el partido de la tarde, que mandaban algún amable saludo de bienvenida, que se nos presentaban como emigrados charros con acento aragonés por los años pasados, o que incluso recordaban haber sido jugadores décadas atrás. Todo con la agradable pausa que las ciudades pequeñas saben imprimir a la vida y a la conversación. Teruel y los turolenses existen -vaya que sí- y bien que saben demostrarlo.
Todavía era mediodía del sábado: tiempo para un vermut en la plaza del Torico al son del concierto que las bandas escolares de música de la ciudad ofrecían: versiones de Nino Bravo, Duo Dinámico, Alaska… Animosos nos fuimos a degustar un ternasco que cumplió altamente las expectativas y vuelta al barrio de Pinilla para enfocar el partido tras compartir unas cervezas con aficionados locales.
Todo este repertorio de esencias celtibéricas nos llevó a un partido en el que Unionistas decidió demostrar una buena versión combinada de sus virtudes esta temporada: solidez defensiva y verticales transiciones ofensivas, esta vez con eficacia. Slavy puso pronto el partido de cara para deleite visitante facilitando la ejecución del plan, que por momentos llevó a los charros a erigirse en numantina defensa. Con 10 sobre el campo, Rastrojo había ampliado la renta pero estaba claro que habría que resistir embestidas locales. El CD Teruel se jugaba la permanencia en 4 partidos, dos de los cuales eran salidas complicadas. Tenían que darlo todo. Pese al 1-2 la parroquia local seguía escéptica, mientras los desplazados salmantinos daban todo lo que les quedaba en la solana de la grada. Al final victoria muy celebrada, quizá por inesperada. Triunfo de valor y moral para todos. Nos retiramos a hidratarnos.
Domingo por la mañana. Resaca de victoria que saldamos desayunando “Delicias de Teruel”: pan tostado, tomate y jamón con Denominación de Origen. Último paseo por las torres mudéjares, Patrimonio de la Humanidad. Preparando nuestro regreso aún animamos a los últimos lugareños que nos encontramos, porque todavía pueden. Lo ven difícil, se sienten en condición de desventaja, pero los números están todavía ahí. Por nosotros, no estaría nada mal volver.