La opinión indebida del Real Unión - Unionistas
Stadium Gol - Miguel Ontiyuelo
Eran aproximadamente las 11h del domingo 21 de abril de 2024. En el coche con el que nos dirigíamos hacia Irún, siempre entre buenos amigos, a la altura del desfiladero de Pancorbo, los colegas pronosticaban un resultado corto. La porra era desigual, la confianza no era mayoritaria. Sabíamos que visitábamos un rival que se jugaba mucho. Visto esto, con ánimo de desdramatizar, servidor se despachaba alegremente con un “mejor que haya goles, cuando me pidan el titular quiero dar un Stadium Gol”.
19:55h del mismo domingo 21. Fondo norte del Stadium Gal. Asier Benito anotaba el 3-1 en una jugada que evidenciaba la irregular tensión competitiva que había exhibido Unionistas durante toda la tarde. Un resultado quizá abultado para lo visto durante el encuentro. El 2-1 de Slavy un minuto antes, con sólo un par de minutos más de añadido por delante, quedaba en la levedad del suave maquillaje que nos resistíamos a asumir mientras lo celebrábamos.
Por las sensaciones transmitidas en directo, Unionistas había tenido 3 momentos para llevarse el partido a su terreno: al del juego con la presión que sentía el rival. Los primeros 10 minutos podían haber sido claves, los txuribeltz no encontraban el sitio y Unionistas llegaba con la inercia de su victorión contra el Barcelona Attlètic. Pero no pasó nada. Después era previsible un dominio irundarra que se tradujera en unas cuantas ocasiones pero escasa eficacia. Tal como fue.
En la segunda parte, ya con el 1-0 en el marcador, con los locales buscando asegurar cada metro y con la pelota para Unionistas, un gol abriría el partido generando todo tipo de incertidumbre. Tampoco pasó. Todo lo contrario, 2-0. Ya en los estertores, cuando el 2-1 hacía creer en la épica a los más osados y se palpaba el miedo en la hinchada local, 3-1 en un nuevo lance en el que la defensa charra, habitualmente su mejor recurso, demostraba sus bajas revoluciones en esta jornada. Tres momentos tuvo Unionistas y en los tres recibió el correctivo que la eficacia futbolística demanda.
Mala Tarde - Carlos Matía
Ni contra el Dépor Unionistas fue un equipo vulgar. Ni una apisonadora contra el Barcelona Atlétic. Está idea se demostró ayer sobre el césped del Stadium Gal. En el que Unionistas no mereció tanta derrota. Pero quizá tampoco llevarse los tres puntos.
Cada partido tiene sus condicionantes. Como entras al juego. Quien domina las fases del encuentro. Quien consigue desnaturalizar más al rival, y de la misma forma sentirse dueño del balón. El conjunto de Dani Ponz, que repitió el 11 de la última jornada, se sintió cómodo en la primera parte. Con un Adri Gómez que sigue creciendo, tuvieron el balón, y apenas sufrieron ataques en su portería. Parecía que la situación estaba controlada, y con un ritmo de juego bajo, se llegaba al descanso sin mucho más que contar.
Es en la segunda cuando siguiendo con el tran tran del paso de los minutos, el Real Unión empezó a pisar área rival. Y así llegó el primero. Un saque de banda aislado. Una jugada trenzada, y un centro al área. El resto lo puso Antón Escobar, que, con un precioso remate de cabeza, aprovechando su adelantada posición, ponía el primero en el electrónico.
Ya no quedaba otra que acelerar. Al cambio de Villar por Adri, se sumaron Nespral y Rastrojo, por Álvaro y Tur. Se empezó a buscar la portería de Irazusta con más prisa que pausa, y empezaron a llegar las ocasiones de Unionistas. Pero el dominio del área en labores ofensivas tampoco iba a estar del lado salmantino. Y así en el minuto 80, con buena parte del equipo volcado, llego una transición bien ejecutada por los vascos. El disparo de Benito, lo pudo parar Iván Martínez con una gran estirada. Pero el balón rechazado lo empujaba a la red Alberto Solís entrando solo desde segunda línea.
Y ahí acabo el partido. Solo un espejismo fue el gol de Slavy ya en el descuento. La posible reacción en los pocos minutos que faltaban, la desmantelaron los de Irún en la siguiente jugada, en una acción en la que la defensa de Unionistas había cerrado por vacaciones.
Ocasión desperdiciada para acercarse a la copa en una mala tarde de Unionistas.